Cuando hoy veáis las imágenes de la coronación de Felipe VI, seguramente no faltará entre ellas una con un coche de aspecto antiguo y suntuoso. Un coche del que en estos días se ha repetido como un mantra que es uno de los tres Rolls – Royce Phantom IV que pertenecen a Patrimonio Nacional, que los encargó el dictador Franco y que dos de ellos son blindados y uno descapotable. Pero ¿Qué tiene de especial? ¿Por qué tanta expectación en torno a él? El Phantom IV es el último gran “carruaje real” construído, un elitista modelo que sólo se vendió a jefes de estado y cuya exclusividad se ilustra con un dato: se vendieron sólo 17 unidades entre 1950 y 1956. De los 16 que sobreviven 4 de ellos están en España, pero no todos son propiedad del rey ni los encargó Franco. El cuarto “Fantasma” real es uno de los que perteneció al Emir de Kuwait Abdullah III, y no se esconde en los garajes reales sino que forma parte de la Colección Miguel de la Vía – Torre Loizaga en un castillo cerca de Bilbao. Esta es una historia distinta sobre un carruaje real aún más exótico que el que hoy se paseará por Madrid.
De Isabel II al Shah de Persia, el carruaje real moderno
En 1950 la entonces futura Isabel II, encargó a Rolls – Royce un coche especial para sus desplazamientos públicos, una máquina distinguida y a la altura de la exigencia de quien iba a ser Reina de Inglaterra. Partiendo de un chasis de Wraith, el primer modelo de la firma tras la Segunda Guerra Mundial, se incrementó la batalla hasta 3’70 metros y se instaló un nuevo motor. En lugar del 6 cilindros 4’2 litros del Wraith el motor fue un 8 cilindros en línea