La máxima expresión de fiabilidad en el mundo del automóvil, son los más antiguos motores diésel de Mercedes. Entre ellos destaca el 3.0 diésel atmosférico de cinco cilindros con código OM 617, del que posteriormente derivaría el primer turbodiésel de producción de la historia. Este motor de cinco cilindros surgió ante la creciente demanda de motores diésel de mayor potencia. A un cuatro cilindros no se le podía apretar más y un seis cilindros sería muy caro de construir, además de largo y pesado. El termino medio siempre es la mejor solución.
Con el desarrollo basado en el 2.4 de cuatro cilindros OM 616 llegó el nuevo cinco cilindros de 3.0 litros. Con este motor el Mercedes 240D 3.0 (W115), el primer coche en incorporarlo, fue considerado el diésel de producción más rápido del mundo. Resulta curioso ver lo diferentes que eran los estándares hace 40 años, puesto que el motor OM 617 rendía 80CV y necesitaba 19,9 segundos para alcanzar los 100km/h en el 240D. La velocidad máxima no alcanzaba los 150 kilómetros por hora.
Fue también el primer coche de producción en montar un motor diésel de cinco cilindros, y el primer Mercedes diésel con este tipo de mecánicas en el que el arranque se efectuaba únicamente con la llave. Modelos más antiguos precisaban de dar el contacto y accionar un tirador para poner en marcha los calentadores. Tras un rato, cuando la resistencia lo indicaba, era posible arrancar el motor. En el 240D la operación de arranque era tan sencilla como girar la llave, esperar al apagado del testigo de los calentadores y arrancar. Así fueron los diésel hasta la llegada de los modernos common-rail, que arrancan de forma prácticamente instantánea.
El Mercedes 240D 3.0 fue un éxito y a día de hoy muchos siguen funcionando con miles de kilómetros