Primero está el recelo con que las marcas guardan a buen recaudo su tecnología, su defensa – a veces rozando la paranoia – ante el espionaje industrial, su temor de que otros constructores aprovechen sus desarrollos para competirles de tú a tú. Y luego está Tesla. El bueno de Elon Musk ha anunciado, en uno de los comunicados más lapidarios y contundentes que hayamos visto, que las patentes de Tesla Motors serán “liberadas” y que no demandará a nadie que utilice su tecnología – con buena fe – para desarrollar su propio coche eléctrico. Tesla no teme a nadie, ni siquiera a los peces gordos de la industria.
Esta semana os lo contábamos en Tecmovia: ¿Conseguirá Tesla reinventar la industria del automóvil?
Hasta ayer, en las oficinas de Tesla de Palo Alto había un muro cubierto con todas las patentes que ha ido acumulando la marca de moda en California. Hoy no es más que papel mojado. En un acto de valentía, inconsciencia, aires de superioridad, o todo a la vez, Elon Musk abre las puertas a cualquiera que así lo desee a desarrollar un eléctrico basándose en los conocimientos atesorados por su marca en todos estos años.
¿Te imaginas a cualquier gran marca autorizando a sus competidores a “copiarles”? ¿Te imaginas a Volkswagen liberando todas sus patentes para que cualquiera fabrique un Golf? Yo no.
¿Por qué ha liberado Tesla sus patentes?
Elon Musk tiene razón en algo, cuantas más personas y más constructores se aprovechen de su tecnología, esta será más valiosa.
Ante lo cual no cabe otra cosa que preguntarnos, ¿por qué ha liberado Tesla sus patentes? ¿por qué no teme que pueda llegar un constructor con más recursos y fabricar un producto mejor y más competitivo que el suyo?
En palabras de Elon Musk, la inteligencia colectiva – también entre corporaciones – y