No sabemos exactamente lo que se siente al estrenar un Tesla Model S, pero sí sabemos que pocos momentos guardan más emoción a la hora de estrenar un artículo que la compra de un coche nuevo. En muchos casos supone meses de búsqueda, comparación, quebraderos de cabeza por los gastos que conlleva, alquilar un garaje, elegir los extras… tomada tu elección y encargado, la impaciencia te corroe hasta que por fin te llama el comercial y te dice que tu nuevo coche ya está listo y que puedes pasar a recogerlo.
Y llega el preciado momento: entras al concesionario y lo buscas con la mirada. Lo localizas, sabes que aquél del fondo es tu coche. El que te acompañará durante miles de kilómetros en los próximos años. Parece más bonito ahora que sabes que definitivamente es tuyo. Arreglas los papeles ansioso de terminar con los trámites, solo piensas en arrancarlo y conducir. Entonces el vendedor te acompaña, te entrega las llaves y abre la puerta para que te sientes en tu nuevo Tesla Model S de color gris metalizado. Una exótica berlina de lujo totalmente eléctrica.
Para cuando te has acomodado al interior y has asimilado el torrente de información sobre cómo se manejan los controles, cuándo debes pasar la primera revisión, qué autonomía tiene… por fin puedes arrancar (bueno, lo que quiera que se haga cuando te subes a un Tesla) y salir por la enorme puerta del concesionario con el miedo habitual de no conocer aún bien el coche. ¿Os resulta familiar? Pues una secuencia parecida a la que acabo de relatar debió vivir este señor de Freemont (California) cuando hace unos días recogió su flamante coche de 70.000 dólares del concesionario.
Tan solo le falló la última parte, la de salir con cuidado. Tal vez presa de cierto nerviosismo por