Podríamos ponernos filosóficos y sacar un sin fin de títulos épicos a esta sesión de calificación en este Gran Premio de Hungria de F1. “Fuego y agua”, “Las llamas que apagan un deseo”, “La lluvia exige su protagonismo” o “La clasificación de los cuatro elementos naturales”, son algunos de los que se han ido pasando por mi cabeza. Porque, a partir de las 14:00 de este medio día a más de uno se le ha atragantado la comida viendo esta lucha por la pole, tan intensa y con tantas sorpresas que la mejor de las carreras.
Cierto es que Rosberg ha revalidado la pole, que un RedBull, el de Vettel saldrá segundo y ya no nos extraña mucho ver a Bottas más acostumbrado a los puestos de arriba. Si solo vemos el minuto que pueden dedicar los diferentes programas deportivos, puedes pensar que ha sido una clasificación donde el primero siempre reina y Hamilton, otra vez ha tenido mala suerte. Pero déjame aconsejarte que intentes buscarla y la veas porque no tiene desperdicio.
Nunca, casi una hora había dado para tanto. Minutos antes de comenzar el momento de despuntar de los que siempre están abajo y el mero tramite para los de arriba, ya presagiaban que la lluvia podría hacer acto de presencia con nubes amenazadoras. testificaban la mayor velocidad del viento y el descenso de diez grados en la temperatura.
Esas condiciones nos hicieron esperar, pero antes de asentarnos en nuestra silla y cogiéramos el mando para subir el volumen, unas intensas llamas salían de toda la parte posterior del Mercedes de Lewis Hamilton dando al traste con otra fatídica calificación. Las buenas sensaciones que encontraba en el que era su circuito talismán y donde había liderado todos las sesiones de libres, se tornaban en rabia e impotencia al alejarse resignado de su monoplaza humeante mientras asimilaba que