Maserati está viviendo un momento sumamente dulce. En mercados como el español, su crecimiento se cifra con tasas del 485%, lo cual es signo inequívoco de que están acertando en sus nuevos lanzamientos. Tras introducir la nueva generación del Maserati Quattroporte, la firma italiana ha visto mejorar sus cifras de venta, pero el verdadero punto de inflexión lo hemos conocido con la llegada del Maserati Ghibli. El renacer de Maserati es parte fundamental del plan de Fiat-Chrysler para olvidarse de los números rojos, pero Maserati no quiere perder por ello su imagen de exclusividad.
Mantener la exclusividad limitando la producción
El salto que pretende realizar Maserati en cuanto a producción es sumamente importante, y es que de las 15.400 unidades fabricadas en la factoría de Modena el pasado año 2013, se pretende alcanzar la cifra de 50.000 unidades/año para 2018. Como comentábamos, el salto es más que importante en una marca como Maserati, donde la producción en serie siempre debía ser nombrada con muchas comillas.
Ahora, y dado el auge en número de modelos fabricados que se planea para Maserati, el límite máximo de la producción se ha fijado en 75.000 unidades anuales. Este movimiento respondería a las ventas globales, permitiendo a Maserati conservar la exclusividad de sus modelos y evitar así que sus coches comiencen a codearse con marcas premium de tintes generalistas.
En este proyecto de crecimiento limitado Maserati tiene suficiente espacio de maniobra para incluir dos nuevos modelos: el esperado SUV bajo denominación Maserati Levante y el sustituto del Maserati Gran Turismo basado en el concept Alfieri. Del mismo modo, tampoco hay que descartar la posible introducción de una variante familiar del Maserati Ghibli o un nuevo coupé de acceso que recoja el espíritu del Alfa Romeo 4C, aprovechando que éste último es construido por Maserati en sus instalaciones.
El movimiento de