Tengo esa suerte de ser muy abierto en mis gustos musicales y sí, me encanta la música electrónica. Y aún más que eso, o en un grado diferente y no comparable, me encantan las carreras, la competición, los rallys… ¡y el fútbol! Me encantaría que hubiera más rallys en televisión, tramos en directo, cobertura 24 horas en abierto de Le Mans, pero no por ello voy a renegar de ese, nuestro opio del pueblo. Ahora bien, ¿qué sucede cuando se mezclan churras con merinas? ¿qué sucede cuando un templo del automovilismo se convierte por un par de noches en pista de baile al son de los djs de moda? Deportivos, clásicos, tuning y Steve Aoki amenizando la velada…
El Circuito del Jarama ha atravesado tiempos mejores, eso nadie lo puede negar. Han sucedido cosas ajenas a la gestión de la pista que han hecho peligrar su continuidad, como las quejas y las denuncias de los vecinos de las urbanizaciones circundantes por el ruido. La gestión ha podido ser mejorable, también puede ser. Pero lo cierto es que todos vimos con buenos ojos ese Proyecto Jarama 2021, que no es que pretendiera devolver al circuito a competiciones del más altísimo nivel – el regreso de un Gran Premio de Fórmula 1 sería una utopía – pero sí recuperar su grandeza, adecentar las instalaciones y que de nuevo fuera atractivo para aficionados y clientes.
Diversificar las actividades más allá del motor, puede ser una buena solución para garantizar la viabilidad de un circuito como el Jarama.
Resulta que para hacer viables unas instalaciones, es necesario mirar más allá del deporte del motor. Tiene sentido. No seré yo defensor de causas perdidas, pero si uno o dos festivales de música al año ayudan a asegurar la viabilidad de la pista, estoy dispuesto a firmar donde haga