25 años después de que el primer TDI de Audi viera la luz, los de Ingolstadt siguen reivindicando el diésel, una mecánica que podría vivir su particular revolución de la mano de la sobrealimentación eléctrica. Aunque esa revolución, la que transforme por completo el panorama TDI en todas las gamas de Audi, aún no esté cerca, he de decir que no estamos hablando de ciencia ficción, ni de tecnologías experimentales, sino de un desarrollo que muy pronto llegará a los concesionarios – esperamos que en poco más de un año – empezando por las gamas más potentes y deportivas, las que tendrán menos problemas para justificar el coste que supondrá para el cliente final.
Aunque Audi aún deja abierta la puerta a diferentes alternativas, incluida la de utilizar un compresor eléctrico en sus motores de gasolina, damos por hecho que los primeros en recibir esta tecnología serán los motores 3.0 TDI V6, que en estos días se han visto ligeramente renovados y se ofrecen en dos sabores, monoturbo y biturbo. Por eso mismo, los de Ingostadt han desarrollado dos pares de prototipos equipados con su nueva mecánica “hibridada”, los mismos Audi A6 TDI Concept y Audi RS5 TDI Concept que pudimos probar hace tan solo unos días.
¿Por qué un compresor eléctrico?
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Al no ser dependientes de la presión de los gases de escape, los compresores eléctricos pueden funcionar a cualquier régimen y sin apenas retardo.
La industria del automóvil ha descubierto que la recuperación de energía, de la retención del motor o de la frenada, supone un gran avance a la hora de ahorrar combustible. Esa energía puede emplearse en el suministro eléctrico de los equipos a bordo, o en la cantidad de elementos de la mecánica cada vez más dependientes de la electricidad. Los híbridos,