Cuántas veces habremos escuchado la famosa frase “el mundo ya no es lo que era”. Si te has parado a conversar sobre la vida con alguien de un puñado de generaciones atrás, en algún rincón de sus frases, la habrá colocado. Y es que esta rueda no para, cambia a las personas, sus costumbres, sus gustos, sus objetivos.
Los coches forman parte de mi vida, y me encanta llevarme algunos temas al mundo de las cuatro ruedas. Por supuesto, este no iba a ser menos, y me viene que ni pintado para meteros en contexto con el invitado que os traigo. ¿Habrían imaginado hace algunos años que un coche con aspecto de todoterreno pisaría la tierra menos que un gato el agua? Estos son los famosos SUV, frasco campero con esencia indefinida. Al saco, un integrante más, el Ford EcoSport, ¿tan solo uno más? Comprobémoslo.
Esa caprichosa palabra
Lo hicieron con el Kuga. La marca del óvalo comenzaba su incursión por el segmento C-SUV, uno de los mercados más duros que, sumergido en estos famosos crossover, parece espinarse aún más. Y la jugada les salió redonda, dejando un buen producto, en una gran posición.
Ahora quieren ser bendecidos de nuevo por la egoísta varita llamada éxito. Un ambicioso objetivo para el que no hay receta exacta, para el que no existen las pociones mágicas. Aún es pronto para adivinar el final, aunque si podemos conversar con él intentando sacar algunas conclusiones.
¿En la diferencia está la virtud?
Y aquí estoy delante de él. En un primer vistazo, el Ford EcoSport destaca por detalles que lo hacen diferente. El frontal se encuadra en un lugar que parece bastante más alto que el de sus enemigos. Y es que según me cuentan los chicos de Ford, posee la mejor cifra de vadeo de la competencia, 500 mm.
Los ópticos te miran tímidamente.