Hay veces en que resulta difícil explicarse por qué la gente se vuelve tan agresiva al volante, o por qué deciden tomarse la justicia por su mano cuando un altercado en mitad del tráfico pasa a mayores. El alcohol tiene a menudo parte de culpa. Lo curioso del vídeo que nos llega hoy, es que quien comienza la absurda pelea es un peatón. Intentando adivinar qué sucede realmente, parece que el chico joven de la escena, que ocurre al sur de Bucarest, en Rumania, intenta cruzar por un paso de cebra repentinamente. Sirva el ejemplo de cómo no deben desarrollarse los acontecimientos…
Un taxista que circula por la misma avenida advierte tarde de las intenciones del atribulado peatón, y no obstante, reacciona frenando con premura para permitirle pasar. Pese a ello, el chico no cruza y el taxista continúa su camino, momento en el cual nuestro aventurado protagonista considera oportuno desagraviar el gesto haciendo aspavientos al conductor, que al detenerse (tampoco está exento de culpa por responder a las bravuconadas del jovenzuelo) se ve sorprendido por la agresiva respuesta del viandante, que abre la puerta del taxi y la emprende a golpes.
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El taxista, considerablemente más corpulento, aprovecha entonces un instante en que al muchacho se le cae de las manos lo que parece ser el teléfono móvil. Es entonces cuando sale del coche y se cambian las tornas para el justiciero caminante, que recibe contestación con una oleada de caricias al estilo de Bud Spencer. Cuando ambos sujetos son separados y el conductor decide dar por zanjada la “discusión”, todavía no contento, el chaval tiene el valor de volver a perseguirle unos metros más… ¡Y es que hay gente p’a to!
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