Si estamos de acuerdo en que los diésel son más contaminantes, generalmente más caros y en que su ahorro de combustible, en la práctica, no es tan sencillo de amortizar con la llegada de motores de gasolina muy eficientes, ¿por qué seguimos comprando diésel? Los incentivos a la compra de automóviles funcionan. No me atrevería a decir que lo hacen tan bien como se anuncia continuamente desde las asociaciones de fabricantes. Pero negar lo contrario tampoco sería justo. ¿Y si ese incentivo te propusiera olvidarte del diésel para siempre? ¿Aceptarías?
La pregunta viene a cuento de la propuesta del ayuntamiento de Londres, que pretende ofrecer una ayuda de hasta 2.500 euros a aquellos que decidan remplazar su viejo diésel por un modelo moderno y eficiente. No estamos convencidos de que entre las condiciones vaya a estar la de renunciar al diésel, aunque como mínimo sí exigirá que el sustituto goce de una eficiencia y unas emisiones acordes con los compromisos europeos. Una medida así debería excluir a modelos nuevos que aún no cumplen con la Euro VI, de otra forma, ¿qué sentido tendría?.
Pero, ¿y si fuese condición indispensable olvidarte del gasóleo que te ha acompañado durante los últimos años? ¿Aceptarías?
Londres podría ofrecer hasta 2.500€ de ayuda a aquellos que renueven su coche y se deshagan de su viejo diésel.
2.500€ es una cantidad más que suficiente para cubrir muchos repostajes en cualquier turismo medio de gasolina, recorrer miles de kilómetros extra, compensar el mayor consumo respecto a un coche de gasóleo. Por no hablar del ahorro en la compra que en sí mismo implicaría el hecho de optar por una mecánica de gasolina – generalmente más económica – en detrimento de un diésel de similar potencia. Habrá casos extremos, un conductor que con 100.000 kilómetros al año no pueda permitirse – aún