Me hago la siguiente pregunta: ¿qué busca el cliente de una berlina premium, confort o deportividad? Lógicamente no existe una respuesta definitiva a esta pregunta e incluso si nos centrásemos en el grupo más representativo de su clientela estoy convencido de que tendríamos que hablar de la combinación perfecta, si es que existe, entre ambos factores, un coche cómodo y a la vez agradecido con el conductor. A partir de ahí, que ese coche se acerque más a uno u otro extremo dependerá de lo que juguemos con las diferentes variantes de chasis, con su equipamiento y con el motor. Pero sí hay algo que podemos tener muy claro, los defectos que un cliente de un producto como un Mercedes Clase C jamás perdonaría.
Para resumir esta entrada sí podemos deciros que el Mercedes Clase C quizás no sea la berlina media más cómoda, ni tampoco la más agradecida para el conductor, a la cual podemos optar hoy en día, pero sí combina perfectamente ambas facetas. Y si a eso le sumamos todo lo que comentamos en los dos artículos anteriores, su toque de diseño y calidad y su equipamiento tecnológico geek, huelga decir que estamos ante un gran producto.
Tras probarlo en alta velocidad en la Autobahn bien podemos decir que no solo es confortable y silencioso a límites legales, sino también a velocidades más allá de los límites españoles, a las cuales solo tendrás que preocuparte porque haya un radar camuflado en el arcén.
Antes de ponerme a los mandos de este Mercedes Clase C tuve ocasión de probar un Clase S, un producto que estéticamente guarda muchas semejanzas con el sujeto de nuestra prueba, especialmente ahora que ha crecido nueve centímetros y medio. Y precisamente me preguntaba hasta qué punto este Clase C ha heredado esa capacidad sobrecogedora para ofrecerte