Confieso que durante una época de mi vida tuve una cierta fase de intransigencia que me llevaba a sacar sapos y culebras por la boca cada vez que veía a alguien que, conduciendo o yendo de acompañante, dejaba caer el brazo por la ventanilla en un lánguido gesto que, por desgracia, cierta marca bávara elevó a la categoría de arte por la magia de los rayos catódicos y la publicidad. ¿Te gusta quedarte manco?, podrían haber preguntado en vez de lo otro. Todo esto me viene a la mente por una noticia acaecida en Ibiza, de la cual nos pasa mil enlaces Fumeral (¡gracias!). Resulta que iban cinco mozos en un coche por la carretera que une Ibiza con Sant Antoni de Portmany cuando a la altura del kilómetro 6,2 —antes del túnel de Sant Rafel— chocaron contra una valla. El castañazo quizá no habría resultado tan grave de no ser porque uno de los acompañantes, según cuentan, iba asomando medio cuerpo fuera del coche. El joven, de 28 años, viajaba en el asiento trasero derecho y se amputó el brazo del mismo lado. Para acabarlo de arreglar, la Policía Local localizó y dio el alto al vehículo, un Audi A3 con matrícula italiana, ocho kilómetros más allá del lugar de la colisión. Los ocupantes del vehículo declararon que iban al Centro de Salud de Sant Antoni, aunque el hecho de que el conductor diera positivo en alcoholemia debió de restar algo de credibilidad a esas palabras. La Policía Local practicó un torniquete al herido y recogió el miembro amputado en el lugar de la colisión, aunque una vez trasladados al hospital Son Espases no fue posible la reimplantación debido a la gravedad de las lesiones. Al conductor le fueron imputados un delito contra la seguridad
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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