Hablar de coches malos de solemnidad nos lleva a varios escenarios posibles. Uno es el de los coches que nos parecieron malos porque se nos antojaron más feos que pegarle a un padre con un calcetín sudao. Otros se nos colaron por malos porque nos contaron que su calidad era algo más que cuestionable, aunque ya sabemos que los estudios de fiabilidad conviene cogerlos con pinzas. Pero cuando exhibimos tales muestras de crueldad, en realidad damos rienda suelta a nuestra vena más sádica para mofarnos de unos trabajos que, después de todo, quizá resultara que no eran tan terribles como algunos nos hicieron creer. En definitiva, ¿por qué les cogimos tanta, pero que tanta manía a aquellos coches? Quizá merezcan un repaso, al menos en un día tan propicio a los terrores como es hoy. O quizá no lo merezcan en absoluto, pero igualmente se lo vamos a dar. Total… Lada Niva Empezamos por un modelo que fue controvertido hasta la médula, pero que con el tiempo ha ido cosechando los mejores comentarios relativos a su durabilidad. Sí, hubo un tiempo en el que confesar que tenías o habías tenido un Lada Niva servía para que la gente se apartase poco a poco de tu lado mientras te decían que no pasaba nada, que en el mundo tenía que haber de todo. Hoy, el Niva es uno de esos todoterrenos de raza porque aguanta todas las trastadas que le quieras hacer. Es ruso. Te destrozarás la espalda sacando la rueda de repuesto, te partirás las manos buscando por dónde hace masa la batería, regarás la hierba con líquido lavaparabrisas, pero tirar… tira. Dacia Logan Otro que tal baila. El Dacia Logan era en sus inicios un «qué coche más feo te has comprao», «un timo», «una
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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