Cosas de ricos: drifting sobre hierba en un Rolls-Royce Wraith

Muy pocos mortales pueden permitirse tener un coche de la talla de un Rolls-Royce en el garaje. Algunos somos tan afortunados que, en ocasiones, podemos conducir algún que otro coche de este nivel. Pero lo que casi nadie se atrevería a hacer es coger el último gran coupé de Rolls-Royce para una improvisada sesión de drifting en el jardín de tu inmensa mansión y los campos recién cortados y allanados que la rodean. Pero eso es poca cosa para Tax The Rich…
Cosas de ricos: ¿quién se atrevería si no a cruzar sobre hierba, entre árboles y muros, un coupé de 624 CV, 2.4 toneladas de peso y 5.27 metros de largo?
Y digo que no es nada para un misterioso tipo que no ha dudado en hacer sus particulares gymkhanas por caminos, entre barro, baches e inmensos charcos, conduciendo superdeportivos tan exclusivos como un Ferrari Enzo, un Ferrari F50, un Ferrari 288 GTO y un largo etcétera.
El Rolls-Royce Wraith se presentaba como un antes y un después en la trayectoria de la marca británica. Un fabricante que únicamente se preocupaba por el lujo, por el confort, la distinción, la exclusividad, aparecía con un producto en el que por primera vez hablaban de prestaciones sin que fuera tabú, en el que por primera vez invitaban a su propietario a dar un día libre al chófer, disfrutar de un V12 biturbo de 624 CV – el del Rolls más potente de la historia – y, quizás, en un alarde de imaginación, desconectar los controles y disfrutar cruzando 5,27 metros de longitud y 2,4 toneladas de peso por los jardines de su mansión…
Lo dicho. Cosas de ricos…
Fuente: Tax The Rich
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