Aunque pueda parecer absurdo, el negocio de Tesla y la recogida de basura tienen una relación más estrecha de lo que te imaginas. Ian Wright es neozelandés que en los noventa se afincó en California, que vivió el Sueño Americano de la Era de la Información, que junto con su vecino y otro grupo de emprendedores, entre los que por supuesto estaba Elon Musk, fundaron Tesla Motors. Ian apenas permaneció en Tesla durante un año aunque, según apuntan, fue tiempo más que suficiente para concebir una de las relaciones comerciales que definiría el futuro de esta marca, el acuerdo con Lotus para el Tesla Roadster. ¿Por qué dejó Ian de esforzarse en el coche eléctrico para centrar su ataque en los camiones de basura?
Dicen que Ian Wright pensó que los coches eléctricos eran demasiado caros para llegar al público general, al conductor de a pie. Razón no le faltaba, aunque a la vista de los progresos de Tesla parece que se precipitó en su decisión, fue impaciente. Lo interesante es que este emprendedor de Silicon Valley resolviese su dilema sobre el coste del vehículo eléctrico con una solución inmediata. Los eléctricos son caros, pero cuando esa tecnología entra en juego en un vehículo de gran tonelaje, que consume ingentes cantidades de combustible y emite demasiados gases contaminantes, la amortización justifica esa elevada inversión inicial. ¿Por qué no entrar en el negocio de los camiones eléctricos?
Ian Wright buscó la viabilidad del transporte eléctrico en furgonetas de reparto y camiones para la recogida de basura.
Fue así como Ian Wright pasó de trabajar en Tesla Motors para lanzar su propia startup, Wrightspeed, enfocada en el desarrollo de camiones eléctricos. Entre tanto, Ian también tuvo tiempo de afrontar algún que otro fracaso, como su incapacidad para conseguir financiación en proyectos muy ambiciosos, como el