La información es poder. Seguro que lo habéis oído más de una vez. La información es realmente valiosa, y hoy todavía más si cabe. Pero ese poder no tiene porqué ser con la acepción de ser más fuerte que, o dominar a otro, sino con la acepción de posibilidad, de ser capaz de hacer cosas que de otra manera no podrías. Los coches conectados son coches que envían y reciben información en tiempo real, y esto implica que se pueden hacer cosas que antes no se podían. Más allá de cuestiones de ocio, como escuchar música por internet, enviar tuits desde el coche, recibir mails o buscar algo en Google, los coches conectados permiten una gestión mucho más eficaz, e inteligente, del tráfico. Pues bien, pensemos que tenemos coches conectados que pueden enviar y recibir información como su posición, velocidad, destino y ruta, basta con tener un sistema de navegación GPS conectado, y que esa información llega a un centro de control donde se reciben esos datos de muchos coches. Con el avance de la tecnología esos datos podrían ser más (por ejemplo de cámaras). Todos esos datos se procesan y se combinan para saber, con total precisión, y con solo unos segundos de demora, cómo se están desplazando los coches por las carreteras. Todo es cuestión de controlar el flujo de vehículos Aquí no se pretende saber quién va en el coche, o a dónde va. Ni tampoco se pretende saber si conduce de día o de noche, o si lo hace superando los límites de velocidad o no. Lo que se pretende es saber qué tal fluye el tráfico por las carreteras, ver dónde se ralentiza el tráfico, conocer los puntos conflictivos donde la densidad es excesiva, etcétera. Con los algoritmos apropiados, y ordenadores
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El podcast
Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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