Las máscaras, las sombras, la banalización de la vida y la muerte, que a veces también es necesaria, inundó las calles de nuestras ciudades en este fin de semana, a modo de americanización de una tradición que en realidad tiene un profundo origen religioso y pagano, gaélico y celta. Pero lo más terrorífico está en nuestras carreteras, ya estaba antes de la festividad de este fin de semana y seguirá cuando nos olvidemos del Día de Todos los Santos y empecemos a hacer acopio de turrón en la nevera. La mitad de los coches circula con presión muy baja en los neumáticos y en España circulan coches cada vez más antiguos y peor mantenidos.
El preocupante envejecimiento del parque automovilístico, comprensible por la delicada situación económica, no sería tan preocupante si no fuera porque cada vez se ahorra más en mantenimiento y eso, en última instancia, devasta la seguridad de nuestras carreteras. La DGT advierte: la media de edad de los vehículos implicados en siniestros graves en 2014 está en torno a los 12 años.
Y aún entendiendo que la situación no está como para cambiar de coche cada tres años, ni cuatro, ni cinco – especialmente en una semana en la que el Plan PIVE se ha agotado – el problema subyacente no tiene un origen económico, sino de cultura vial. De otra forma no se entiende que en su última campaña de revisión de neumáticos, Michelin detectase que cerca de un 50% de los neumáticos inspeccionados – 25.520 de 53.300 – denotaban una presión inferior a la correcta, la recomendada para mantener la estabilidad del vehículo, su seguridad, consumir menos combustible y asegurar la durabilidad de este accesorio tan importante de nuestros coches.
En lo positivo y haciendo un poquito de autobombo, esta semana nos sorprendió muy gratamente la buena acogida