Actualmente Volkswagen compite, y con mucho éxito en el Mundial de Rallyes, el WRC. Lo hace con el Polo WRC, una máquina que se adapta a la actual legislación del campeonato. Pero hay otras alternativas como la de Prodrive, que se ha inventado un Volkswagen Golf VII SCRC, una suerte de WRC que probablemente nunca llegues a ver competir.
No, no es un prototipo ni una demostración de poderío, sino un encargo que llega desde China para poder correr allí su propio campeonato de rallyes. Por tanto, no lo veremos en el WRC y probablemente tampoco en el resto de mercados, pues cuenta con especificaciones similares al WRC de anterior generación.
Para empezar, se basa en un Volkswagen Golf VII, de séptima generación, una carrocería más grande que la del Polo, y que la del resto de participantes en el Mundial. De ahí se parte para crear un coche de rally a la última, con vías y aletas ensanchadas, nuevas tomas de aire en paragolpes, capó e incluso techo, difusor trasero o un enorme alerón.
En el interior no aparecen todos esos gadgets tecnológicos que nos vende la marca que en sus anuncios, sino que se vacía por completo para minimizar el peso. Se retrasa la posición de conducción, se eliminan las ventanillas practicables, se congregan los controles en un mismo panel y se remplaza el cuadro por un display y, por último, se coloca una jaula antivuelco.
Y es que este Volkswagen Golf VII SCRC no se anta con medias tintas. Si el Golf R400 que llegará a producción te sabe a poco, este se mueve con un bloque 2.0 sobrealimentado con brida de 35 mm para la admisión y presión máxima de 2 bares de soplado. La potencia, aunque no establecida oficialmente, supera los 330 caballos.
A esto hay que sumar un sistema