El Primer Ministro francés, el español Manuel Valls, ha hecho interesantes declaraciones a Reuters relacionadas con las futuras medidas anticontaminación que se tomarán en el país vecino. Al igual que sucede con Londres, donde se va a declarar la guerra a los motores diésel, en Francia también van a intentar reducir los niveles de contaminación siendo los motores diésel uno de los puntos de mira. Francia es uno de los países más dieselizados de Europa, con un casi un 80% de su parque móvil.
La idea de Valls es que con el tiempo los vehículos de pasajeros dejen el gasoil de lado y el primer paso para ello será implementar el año que viene un sistema de clasificación de vehículos para identificarlos en función de sus niveles de contaminación, algo que ya sucede en determinadas ciudades europeas. De esta forma las autoridades locales de cada municipio podrán restringir la circulación a los coches más contaminantes si los niveles de contaminación son altos.
Todos sabemos que en este punto los motores diésel, y especialmente los más antiguos, son los que peor parados salen. El propio Valls ha dicho que en Francia durante muchos años se ha cometido el error de fomentar la compra de coches diésel, un error que ahora tendrán que solucionar de forma inteligente y pragmática. Son palabras muy similares a las del alcalde de Londres.
Pero la guerra continuará con lo que más duele a todos los ciudadanos, los impuestos, con el fin de así orientarlos hacia coches más ecológicos. Se reducirán las ventajas impositivas de los diésel, subiendo entre otras cosas el precio del litro de gasoil en dos céntimos de euro, lo que permitirá al estado francés recaudar 807 millones de euros adicionales en 2015.
Por otra parte, se trabajará en una serie de ayudas a las que los ciudadanos