El Koenigsegg One:1 es uno de los deportivos más bestias jamás creados, la culminación de los sueños de Christian von Koenigsegg, que hace ahora 20 años se propuso crear el superdeportivo perfecto. Imaginamos que por aquel entonces no podría imaginarse, ni por asomo, la repercusión que tendría su obra en todo el mundo, cómo su apellido acabaría convirtiéndose en sinónimo de las más altas prestaciones posibles en un deportivo con licencia de calle.
Repito, una vez más, que el One:1 sería sin lugar a dudas la culminación de una larga trayectoria, de momentos muy gratos, pero también muy duros, como nos contó el propio Christian en nuestra visita a la fábrica de Koenigsegg. ¿Pero por qué se llama One:1 este modelo? ¿qQué hace que sea tan especial, incluso más que LaFerrari o el McLaren P1? ¿Qué soluciones innovadoras se han aplicado en su construcción?
El verdadero megacar. ¿Por qué un nombre tan rimbombante como ese? Koenigsegg se define como un fabricante nacido con el único objetivo de mejorar una y otra vez las prestaciones de sus deportivos. El uno de su nombre y la definición de megacar haría referencia al hecho de que esta máquina entrega la espectacular cifra de 1 MW a 7.500 rpm. Según Koenigsegg es el primer deportivo homologado que ha logrado tal hazaña.
One to one, uno a uno. Su nombre también haría referencia a otro hito logrado por este deportivo, el de conseguir que su relación entre caballos de vapor y kilogramos sea exactamente de 1 a 1, 1.361 CV para 1.360 kilogramos.
Algo más que fibra de carbono. Construído sobre la base del Agera R, para diseñar el One:1 y alcanzar su asombrosa relación entre peso y potencia Koenigsegg tuvo que ir más allá de elevar la potencia hasta el límite que ya conocemos, hacer prácticamente milagros para