¿En qué demonios está pensando Nissan? Era marzo de 2009, servidor aún no había empezado a trabajar para Diariomotor, pero allí estaba en el Salón de Ginebra de aquel año, donde se fraguaba el presente y el futuro del sector. Aquel año se presentaron infinidad de prototipos y, como de costumbre, muchos no llegarían a fabricarse, de la mayoría ni tan siquiera recuerdo el nombre cinco años más tarde. Pero resulta que en el stand de Nissan había una extravagancia llamada Qazana y que ya nos habían chivado que de show-car del montón nada, que llegaría a producirse. ¿Y cómo iba a pensar yo que no solo llegaría a los concesionarios, sino que en unos años me cruzaría con varios “Qazana” cada vez que saliera a pasear por la calle?
Por aquel entonces parecía que Nissan estaba forzando demasiado el éxito Qashqai. Imagino que la sensación no fue muy diferente de la que sintieron aquellos que acudieron a la primera presentación del Qashqai, en la que Nissan adelantó que su objetivo era que el cliente que fuese a adquirir un compacto, un Golf, un Mégane o un Focus, acabase decantándose por esta suerte de todocamino. Hoy sería fácil decirlo, pero ¿quién podría imaginar que Juke o Qashqai tendrían tanto éxito, especialmente en España, el día en que se presentaron?
El atrevido diseño del Nissan Juke partió, según sus creadores, de la inspiración en motocicletas y buggys.
El Nissan Qazana, lo mirase por donde lo mirase, era desproporcionado, poco práctico y menos atractivo en directo de lo que vemos en estas fotografías. Había sido diseñado en Europa, para el cliente europeo. Nissan decía que su inspiración estética provenía de motocicletas y buggys. ¿Y a quién no le gusta un buggy? El problema es que no estábamos hablando de un coche de paseo, aspiracional y