En el último Salón Intermot se nos presentó a la nueva – e impresionante – Suzuki GSX-S1000. Concebida sobre el papel como una versión sin carenado de la Suzuki GSX-R1000 – verdadero tope de gama de Suzuki en motos superdeportivas – nos sorprende con mayores avances tecnológicos y estilísticos que su hermana mayor, luchando con rivales muy diferentes. Parece que se hubieran invertido los papeles: aunque la versión GSX-S1000 sea 30 CV menos potente que la GSX-R1000, presenta una estética más actual y una electrónica más avanzada que descubriremos tras el salto. No te vayas muy lejos, porque es hora de retorcer la oreja a esta japonesa.
Desvistiendo a una GSX-R1000 para las calles
Suzuki vuelve al mundial de MotoGP, quizá sus derroteros deportivos vayan en la misma dirección y la GSX-S1000 sea el primer ejemplo.
Se puede considerar a la Suzuki GSX-S1000 como la versión sin carenado de la GSX-R1000, pero sería un análisis demasiado simplista. La GSX-S1000 es una moto adaptada a los tiempos actuales, una moto que forma parte de una nueva ofensiva por parte de los japoneses con el objetivo de poner al día una gama que aún siendo de calidad, se había quedado algo atrás con respecto a Honda o Yamaha, máximos rivales en el reino del sol naciente. Partimos de su estética, extremadamente agresiva, casi como si una KTM hubiese sido arrancada de su casa austriaca al nacer y se hubiese criado con una GSX-R como hermana mayor. Lo cual es algo positivo, porque Suzuki necesitaba un toque agresivo.
Sin perder los característicos detalles de marca como es el faro delantero o el color azul eléctrico, la GSX-S1000 se pone a otro nivel con un semicarenado muy escueto que me recuerda a la cara de un Predator. La afilada quilla de dos piezas y un escape corto