En España, hace unos cuantos años ya, antes de la crisis, y acelerado por el gran crecimiento de las zonas urbanizadas en aquellos tiempos de la burbuja, especulativa en muchos casos, de la construcción, nos entró una rotonditis aguda: se ponían rotondas por todas partes, incluso en lugares donde no estaba claro que hicieran falta. Y además, como muchas personas en este país sufren también de horror vacui extremo, no suele haber rotonda que no tenga algo implantado en ella, con fines ornamentales. Un rotonda, o glorieta, o redoma, óvalo o redondel, según el país, es un tipo especial de intersección de vías, que a su vez es una vía en sí misma. Su objetivo es aumentar la fluidez del tráfico, mejorar el flujo de vehículos, y a la vez reducir la posibilidad de sufrir un accidente, teóricamente, al reducir las posibilidades de conflicto de trayectorias, con respecto a un cruce tradicional. Y esto es verdad, otra cosa es que no todo el mundo sepa bien cómo circular por una rotonda, y se arme cada dos por tres algún jaleo, pero no circular bien es la causa del conflicto, no la vía en sí. Una rotonda es una vía circular que puede tener uno o varios carriles, con salidas por su derecha. En un rotonda pueden confluir más o menos vías, tres, cuatro, cinco… depende. Hemos explicado varias veces ya cómo se circula por las rotondas. La clave fundamental es que como en cualquier vía con varios carriles, para tomar una salida que esté a la derecha, hay que hacerlo desde el carril de la derecha, y no tomamos la salida desde los carriles más a la izquierda cruzándonos de mala manera por delante de los vehículos que circulan por el derecho (pegando un hachazo). Si no
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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