Tal día como hoy, la marca de la estrella, presentaba el Mercedes 190 E 2.5-16 Evolution II. De primeras, parece no haber nada fuera de lo normal en esta historia. Mercedes, Salón de Ginebra, coche potente, a qué viene tanto revuelo podrías pensar. Pero, todo lo contrario. Este modelo, no fue un simple modelo más. Sigue leyendo que te lo cuento.
Corrían los años 90, el primero de esta década. La cita suiza abría sus puertas. Entre los stand, Mercedes enseñaba al público su nueva joya, el 190 E 2.5-16 Evolution II, su arma para las carreras del Grupo A. Por aquel entonces, la compañía no tenía demasiada suerte en el DTM, ocupando temporada tras temporada los primeros puestos del cajón marcas como Ford, BMW o Rover, con sus Sierra RS Cosworth, M3,o Vitesse, entre otros.
Así que había llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa, de hacer morder el polvo a aquellos que osaran ponerse por delante de la estrella. Con este objetivo, nacía el Mercedes 190 E 2.5-16 Evolution II. Para conseguirlo, la los de Stuttgart recurrían al motor de cuatro cilindros y 2,5 litros que el Evolution montaba, pero con una vuelta de tuerca más que le hacían desarrollar un total de 235 caballos de potencia. Nada mal para una berlina deportiva de ese tiempo.
El “chico malo” de la casa alemana tenía hambre. Y así lo demostró en 1992 con Klaus Ludwing al volante, coronándose en el campeonato de DTM. Una hazaña que envió directamente al Mercedes 190 E 2.5-16 Evolution II al olimpo de los dioses.
Además del trabajo en la puesta a punto de su motor, los ingenieros se centraron en la aerodinámica. Para dotar al de la estrella de un mejor rendimiento en carrera, se colocaron spoilers, una alerón trasero, o se retocó el perfil y la zaga con el fin