La Targa Florio es algo más que una carrera, es una de las siete maravillas de la era antigua del automovilismo, de aquellos años de pioneros, trazados no permanentes, de los primeros deportivos, de obstinación por llevar hasta un nuevo nivel la relación entre el hombre y la máquina, de más de un millón de espectadores dibujando el trazado al pie de la cuneta, de velocidad, pero sobre todo riesgo. La Targa Florio es una de las competiciones más añoradas por el fabricante de deportivos de Stuttgart, Porsche, que presume de ser el constructor más laureado en esta competición disputada antaño por las montes de Madonia en Sicilia. Esa ha sido la razón que nos ha llevado hasta allí, hasta la isla del Etna, al sur de Italia, para rememorar un volcán de recuerdos históricos. Y para ello no hemos contado con un deportivo cualquiera, sino con la gama GTS de Porsche, al completo. ¿Una experiencia inolvidable? No lo dudes.
¿Crees que un piloto hoy en día es un tipo duro? Antaño corrían más de 9 horas sin relevos, en las condiciones más duras que te puedas imaginar y con unos estándares de seguridad ridículos.
Aunque no quiero enrollarme demasiado con el apunte histórico, solo recordaros que la Targa Florio se inauguró en 1906 por Vicenzo Florio, piloto y entusiasta de los automóviles. Para haceros una idea de lo que suponía esta carrera, el trazado original constaba de 148 kilómetros, recorridos en una carrera a tres vueltas, sin relevo de pilotos, sin copiloto leyendo notas, con deportivos de carreras que no tenían absolutamente nada que ver con los coches modernos que hoy disfrutamos. El ganador de aquella carrera inaugural logró un tiempo sobre las 9 horas y media, y una velocidad media inferior a los 50 km/h.
Sin lugar a dudas, la Targa