Nos encantan los hallazgos. Nos encantan por el hecho de ver joyas clásicas, en ocasiones en buen estado, en otras no tanto. Pero sobre todo, porque en el fondo todos sentimos esa ilusión de ser algún día partícipes de un hallazgo de este tipo. Tal vez nos haga soñar de enterarnos, de un día para otro, que somos herederos de un granero abandonado en medio del campo que perteneció a un pariente que no conocíamos. Abrir las puertas y encontrarnos un espectáculo como este, una colección de clásicos, algunos realmente raros, cada uno de los cuales podría costar cientos de miles de euros. ¿Un sueño? ¿Qué ha sucedido para que estas joyas hayan permanecido durante cuatro décadas encerradas en un rancho de Texas?
Todas estas piezas, anteriores a la Segunda Guerra Mundial, fueran almacenadas en un rancho de Texas en 1972 y 1973, donde han permanecido impasibles durante más de cuatro décadas.
Según el responsable de hacerse cargo de los clásicos, su propietario, del que tan solo sabemos que se llama, o se hace llamar, Jack, guardó los coches en su rancho a comienzos de los años 70. Jack se asentó en Texas, adquirió el granero y comenzó a introducir coches que, por aquel entonces ya eran clásicos y auténticas rarezas, con el objetivo de restaurarlos algún día y disfrutar del placer de conducirlos.
Pero la historia no se cumplió tal y como él esperaba. Jack no encontró el tiempo y/o los recursos económicos para sacar adelante esta empresa. Y cuarenta años más tarde, Jack, que suma 80 primaveras largas, se da cuenta de que quizás le quede poco tiempo para hacer algo de provecho con estos coches.
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Cada coche podría estar valorado en cientos de miles de dólares. Todos se encuentran en un estado aceptable, y tres de