Mientras unos reniegan del Plan PIVE por el agravio comparativo que supone, para el resto de la industria, que un sector se vea apoyado de esta forma mediante ayudas públicas, también está quien lo define como una estupenda estrategia de marketing. Y la sensación que tenemos es que tanto unos como otros tienen parte de razón. El Plan PIVE supone un desembolso importante para las arcas públicas, del cual Hacienda recuperaría una buena parte (en torno a un 30%), gracias a la tributación de las ayudas como ganancias patrimoniales. Es la estimación que habría hecho Gestha, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, según leíamos en El Confidencial esta mañana.
De los 225 millones de euros que invertirá el Gobierno en el Plan PIVE 8, Hacienda recuperaría 69 millones de euros en la Declaración de la Renta de 2015.
Recordemos que la entrada en vigor del Plan PIVE 8 ha reducido las ayudas a 750€, aportados por el Gobierno, y otros 750€ por la aportación en concepto de descuento de la marca y el concesionario. El impacto medio para un conductor español en su Declaración de la Renta de 2015, la que abrirá su campaña en la primavera de 2016, será en torno a los 232,50€. Un contribuyente con unos ingresos entre los 20.000€ y 34.000€ debería devolver en torno a 232,5€. Para personas con ingresos superiores a los 60.000€ esa cuota subiría hasta los 352,5€.
Sinceramente, a la luz de estas cifras, el hecho de dar de baja un coche y proceder a su achatarramiento para cumplir con las exigencias del Plan PIVE resulta cada vez menos rentable en términos estrictamente económicos, salvo que ese coche no tenga demasiadas salidas más allá del desguace.
La pregunta que sigue en el aire es la siguiente, ¿de verdad el Plan PIVE es capaz de