La reunión anual de Wörthersee es el lugar perfecto para conocer las preparaciones más locas del mundo. Una de las locuras más geniales que hemos visto en años se trata de una furgoneta Volkswagen Transporter T1 con el motor de un Porsche 911. En apariencia es sólo un swap loco de motor, pero la historia tras esta máquina es mucho más compleja. Todo es producto de la genial mente de Fred Bernhard, aficionado a Porsche desde su juventud, y orgulloso propietario de un 964. La genial locura que llena vuestras pantallas fue posible gracias a la venta de un Porsche 993 accidentado y una Volkswagen T1 sin propulsor. Bernhard sólo tuvo que sumar dos más dos.
Su peso de 1.500 kg ha sido posible gracias a un aligerado en profundidad, y un techo artesanal de fibra de carbono.
La fabricación de esta fantástica máquina (cuyo proceso íntegro puede verse en Race-Taxi.ch) transcurrió en el espacio de cuatro años. Bernhard empleó el chasis de una Volkswagen Transporter T3, en la que pudo albergar más cómodamente el motor biturbo del Porsche 993 Turbo accidentado. La carrocería de la T1 no encajaba sobre el chasis de la T3, por lo que tuvo que ser ensanchada de manera artesanal. Lo cierto es que el resultado final es tan satisfactorio que parece un trabajo de fábrica.
Antes de siquiera intentar encender el motor, la carrocería y el chasis fueron reforzados con 42 metros de tubos de acero: Bernhard tenía planes maléficos en mente. Tras instalar el motor en la parte trasera de la furgoneta – que fue completamente destripada de su equipamiento – se instaló la admisión del motor, muy discretamente camuflada en el lateral de la carrocería. Aunque el motor turbo (refrigerado por aire, que conste) del Porsche 993 desarrollaba de serie nada menos que 408