Dicen que para triunfar hay que llamar la atención. Hablando de coches esto tal vez sea llamativo para los sobrios alemanes, pero es que me encuentro frente a frente con un francés que no debería de sorprenderme. Hablo del Citroën C4 Cactus, la última locura de la marca gala, una de las últimas muestras de que Citroën quiere volver por el camino de lo peculiar y que me toca poner a prueba para saber si es digno de caer en el estereotipo de superventas.
Llave en mano me dirijo hacia la que seguramente sea la versión más interesante, un motor diésel HDI de 92 caballos que llega con, y sólo con, cambio manual pilotado ETG6. En otras palabras, me llevo, en teoría, un coche llamativo con una banqueta corrida delante, cómodo, con cambio automático y un motor de bajo consumo. ¿Es ésta la clave del éxito?
Capturando miradas
Entre tú y yo, la combinación de colores del coche que me acompañaría esa semana no era del todo acertada. Al menos para mi gusto. Pero te cuento otro secreto, si con él he conseguido capturar miradas, imagina cómo será con una combinación cromática más llamativa como el amarillo que hay disponible en la paleta de colores. Es un coche que en sus primeras fases de comercialización va a lograr llamar la atención, hasta que se convierta en un habitual, porque estoy ya convencido de su éxito.
El mercado necesitaba un coche así, un coche con unas cejas en formato de luces diurnas LED, unos faros que se intentan ocultar en las molduras que crean los protectores frontales. Pero también un coche con aspecto SUV, un aspecto que se desvanece al acercarse a él, pues es mucho más pequeño de lo que parece a simple vista. Mide 4,15 m de largo, 1,72 m de ancho y