Wanderlust. Un término anglosajón que expresa una obsesión desarrollada por algunas personas. Una obsesión por viajar, por descubrir nuevos lugares y culturas, vaciando la cuenta corriente de dicha persona en el proceso. Quizá el viajar sea lo único que se puede comprar con dinero y que de verdad enriquece, una posesión intangible en forma de experiencias inolvidables. Una sana enfermedad en la que muchos caemos de vez en cuando, pero que sólo unos pocos llevan a extremos genuinos.
He de reconocer que siento verdadera envidia por Hank Butitta. Este estudiante de la University of Minnesota ha convertido su proyecto de fin de máster en una tésis sobre ruedas. Un monumento rodante al “wanderlust” en la forma de un viejo autobús escolar estadounidense de los años 80. Hank Butitta estaba terminando su máster en arquitectura en la University of Minnesota. Sus compañeros presentaban proyectos a escala, maquetas y utopías difíciles de conseguir. Apoyado por uno de sus profesores, Hank decidió presentar un proyecto a escala real.
Todo comenzó con una búsqueda en Craigslist, el portal estadounidense de compra-venta por excelencia.
Un proyecto poco ortodoxo y poco común: convertir un viejo autobús escolar en un espacio habitable, cómodo para una vida nómada y para qué negarlo, de lo más original. Un viejo autobús Chevrolet de los años 80 fue el vehículo elegido. Su precio, sólo 3.000 dólares, pero a pesar de su edad y kilometraje, todo era funcional y listo para emprender viajes por todo el país. Comenzó entonces un laborioso proceso de transformación. Quince semanas (la mitad de ellas sólo de diseño), 6.000 dólares de materiales y equipamiento e incontables horas de trabajo.
Un proceso arduo que concluyó con la maravilla rodante que véis en las imágenes. Un sueño de niñez, poder descubrir el mundo en un autobús escolar convertido en casa rodante. El