Lotus acaba de presentar en el marco del Goodwood Festival of Speed una de sus creaciones más egoístas. Se trata del Lotus 3-Eleven, un monoplaza basado en el Elise, y equipado con el motor más potente que jamás hayan montado en un coche de producción. Un V6 de origen Toyota que sobrealimentado por compresor desarrolla la tremenda potencia de 450 CV. Con la ligereza por bandera y los clásicos colores de la marca – verde británico y amarillo – han creado un coche del que el mismísimo Colin Chapman habría estado muy orgulloso.
Un coche de carreras matriculable
A 250 km/h, el Lotus 3-Eleven desarrolla 215 kg de carga aerodinámica. Es un valor realmente alto.
Es lo que es el Lotus 3-Eleven. No hay más que ver su carrocería, esculpida en el túnel de viento. Aunque retenga el frontal del Elise, es más ancho y tiene elementos poco vistos en coches de calle. Hablamos del splitter delantero – que intuye el fondo plano del coche – o un gigantesco spoiler trasero, diseñado para dar apoyo aerodinámico al coche, no para fardar. La barra antivuelco cumple también una clara función aerodinámica, al igual que su esculpido perfil, cuajado de formas orgánicas.
Su carrocería está fabricada de un material compuesto del que Lotus no ha dado detalles, salvo que su peso es un 40% inferior al de la fibra de vidrio, y asumimos que tanto o más resistente. Lotus producirá dos versiones del 3-Eleven, una de ellas de calle y otra enfocada directamente a la competición. No hay demasiadas diferencias entre ambas. La principal diferencia es que la versión de competición tiene una caja de cambios Xtrac secuencial de seis relaciones, frente al cambio manual de seis relaciones de la versión de calle.
Su nombre nos daba pistas: el Lotus 3-Eleven será un coche cuya fabricación