Ya conoces la situación. Ese cruce horroroso de tu ciudad, 8:00 de la mañana, un semáforo cuyas ópticas hay que cambiar, unos instaladores que emplazan el camión con la cesta ahí en medio… y a partir de ese momento, el caos se apodera de la zona. Nadie tiene la culpa de lo que sucede; sólo ocurre que desde 1914, cuando uno intenta cambiarle las bombillas a un semáforo, quiera o no quiera la tiene que liar en la intersección afectada. Ah, pero eso podría cambiar muy pronto. La tranquilidad se la deberemos entonces a un equipo de científicos de la Universidad de Granada, concretamente de los departamentos de Óptica e Ingeniería Civil, que no han parado hasta dar con un sistema que permita reparar los semáforos sin que nadie tenga que meter mano en las ópticas ni mucho menos subirse a unas alturas que en ocasiones alcanzan los 8 metros. Los responsables del proyecto: Ovidio Rabaza (Ingeniería Civil),Manuel Rubiño López, Francisco Pérez Ocón y Antonio Pozo Molina (Óptica). ¿Cómo han resuelto el problema estos héroes de la investigación? Utilizando tecnología LED, minilentes y fibra óptica. Y emplazando la fuente luminosa en la base del semáforo, no en la cabeza de este como se ha hecho toda la vida. El resultado es un nuevo semáforo más resistente que los actuales y más sencillo de arreglar cuando se estropea. Según cuenta Francisco Pérez Ocón, “unas minilentes concentran la luz de los LED en la entrada de la fibra óptica y esta sube la luz hasta la cabeza semafórica situada en la parte superior”. Explicado así, suena un poco al principio de un periscopio, pero al parecer funciona, y además es compatible con los cuerpos de los semáforos actuales, ya que los mazos de fibras
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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