¿Véis el 1967 Dodge Coronet de las imágenes? A finales de los años 60 era un simple familiar más, un coche más dentro de uno de los entonces segmentos de mercado más populares. Hoy en día, es un coche antiguo que ha pasado sin pena ni gloria. ¿Por qué estamos dedicando un artículo a este electrodoméstico de transporte de la época? Este ejemplar ha sido completamente restuarado, sin escatimar un sólo euro. La idea de su dueño: el sleeper definitivo. Este Coronet de apariencia inofensiva desayuna Hellcats y merienda Stingrays.
Las llantas originales y sus tapacubos tipo “bol de perro” son detalles muy correctos.
Nada en su exterior denota que estamos ante uno de los coches más bestiales recogidos en Diariomotor en las últimas semanas – con permiso de cierto Golf. Sólo dos detalles muy de petrolhead podrían advertirte de que no estás ante un coche normal. El primer, el emblema “426” en la aleta delantera, que hace referencia a una altísima cilindrada. El segundo, las gigantescas salidas de escape, apenas visibles bajo el paragolpes trasero. Camufladas a propósito, se sitúan junto a unas gomas traseras ligeramente sobredimensionadas.
En el interior del coche nada llama la atención. Es tan sencillo y aburrido como eran gran parte de coches americanos de la época. Dos bancos de asientos y una palanca de cambios situada tras un volante de lo más convencional. Pero cuando vemos los bajos del coche y advertimos una reluciente línea de escape de dimensiones muy generosas ya sabemos que este coche tiene secretos. Es entonces cuando abrimos el capó y destapamos la caja de Pandora: un motor HEMI V8 de 528 pulgadas cúbicas.
Un V8 destinado a competiciones de aceleración y preparaciones de altas prestaciones. Un V8 de 8,7 litros de cilindrada, un crate-engine que al salir de la fábrica desarrolla unos