La muerte de Ayrton Senna durante la fatídica carrera disputada en Ímola el 1 de mayo de 1994 supuso un antes y un después en la Fórmula 1 por muchos motivos. En ese accidente no se fue únicamente un piloto de Fórmula 1. Se fue el que para muchos ha sido el más grande de todos los tiempos. La Fórmula 1 nunca podría ser lo mismo después de perder a Senna. Y no lo fue. Más de 20 años hemos tardado en volver a lamentar un accidente mortal durante un fin de semana de carreras en la Fórmula 1. Benditos 20 años. Tras la muerte de Senna, la seguridad se convirtió en una obsesión para FIA y pilotos, y eso ha contribuido a poder disfrutar de nuestro deporte durante tanto tiempo sin tener que ver como uno de nuestros ídolos que cada domingo nos hacen vibrar jugándose la vida se la dejaba en el camino. La Fórmula 1 es un deporte de riesgo Pero aunque a veces se nos olvide, el Motorsport es peligroso. Muy peligroso. Cada carrera que pasa sin incidentes estamos más cerca de la carrera en la que sucederá algo grave. Eso, lamentablemente, forma parte de este deporte. El gran reto es que cada vez se espacien más en el tiempo las desgracias. Pretender evitarlas por completo no es una opción realista. Aunque suene preciosa. El accidente en Suzuka de Jules Bianchi hace ya nueve meses ya ha tenido sus consecuencias en la Fórmula 1. El Virtual Safety Car se estableció para evitar situaciones de riesgo como la que finalmente ha acabado con la vida de Bianchi: mientras haya una grúa en pista retirando un coche, y especialmente en situaciones de pista húmeda, no pueden haber coches circulando con normalidad (las banderas amarillas no son suficientes

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El podcast

Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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