Los tiempos desde luego están cambiando. Hace apenas dos años que General Motors lanzaba las Chevrolet Colorado y GMC Canyon. Se trata de pick-ups medias, de tamaño comparable a una Toyota Hilux. No obstante, son pequeñas en comparación con las Ford F-150 o Chevrolet Silverado, estándar de pick-up full-size en Estados Unidos. Y ahora, por primera vez en posiblemente su historia, el diésel también llega a las Colorado y Canyon, en forma de un 2.8 de cuatro cilindros, un Duramax turbodiésel de 181 CV.
Con el motor diésel, son 3.730 dólares más caras que equipadas con el 3.6 V6 de 310 CV.
Este propulsor pertenece a la familia de propulsores globales de General Motors, y ya había sido estrenado por las Colorado destinadas al mercado latinoamericano – mucho más enfocadas al trabajo que al ocio, al contrario que sus contrapartes estadounidenses. Según Chevrolet, se ha sometido a este propulsor a una serie de pruebas de fiabilidad y validación final que lo elevan a la categoría de Duramax, compartida con el gigantesco 6.6 V8 turbodiésel de las Chevrolet Silverado/GMC Sierra 2500/3500.
El motor desarolla 181 CV y mediante un turbocompresor de geometría variable produce un sanísimo par motor de 500 Nm a sólamente 2.000 rpm. Se asocia exclusivamente a una caja de cambios automática de seis relaciones Hydra-Matic 6L50, con un péndulo de compensación hidráulica que limita enormemente las vibraciones transmitidas al habitáculo. Con esta combinación de motor, caja de cambios y tracción trasera, las Chevrolet Colorado y GMC Canyon son capaces de remolcar hasta 3.492 kilos, cifra líder en su segmento.
Es capaz de remolcar más peso que las versiones tope de gama equipdas con el motor de seis cilindros.
Su diferencial trasero cuenta con bloqueo automático, y en las versiones de tracción total, es de serie una reductora de dos relaciones. Estas máquinas son