BMW quiere estar presente en todos los frentes, y para ello, entra de lleno en el segmento de los monovolúmenes compactos con su nuevo Serie 2 Active Tourer. Puede que haya llegado tarde, o que incluso sea un modelo impropio para una marca que siempre ha tenido entre ceja y ceja la deportividad y las grandes berlinas, pero, aún así, hay que reconocer que se han estrenado por todo lo alto con un modelo que destaca por calidad, equipamiento y confort.
Nosotros nos subimos a la versión 118d, que equipa un motor Diésel de 2.0 litros, cuatro cilindros y 150 CV. Sin haber probado el resto de opciones mecánicas, sí que podemos asegurar que es de las variantes más interesantes, sino la que más. Su elevado refinamiento, bajo nivel de ruidos, excelente funcionamiento y nivel de prestaciones, permiten dar un salto de calidad a este monovolumen.
Calidad como nota predominante
Su interior, al menos el que lucía nuestra unidad de pruebas, lucía un aspecto y calidad que no está al alcance de ningún vehículo de esta categoría. Por ejemplo, un Clase B de Mercedes-Benz, queda muy lejos en acabados y calidad de materiales, y eso que es el modelo más equiparable por precio.
Todos los acabados del interior son impecables. La solidez es la nota predominante, que se ve acompañada con una calidad de materiales sobresaliente. Además, nuestra unidad de pruebas contaba con una tapicería de cuero en asiento y paneles de las puertas, que también era de gran calidad.
Por dentro, es un coche muy amplio en todas las plazas. En las delanteras la sensación de amplitud es muy buena, y los asientos resultan confortables. No obstante, si tuviéramos que poner algún ‘pero’, nos hubiera gustado que la banqueta fuera algo más envolvente y contara con regulación en longitud.
Detrás, la posición permite que podamos