¿Quién no ha aplicado nunca el viejo truco de esconder la basura debajo de la alfombra? Ahora intentemos aplicar ese concepto a soluciones medioambientales. El CO2 es uno de nuestros grandes enemigos, el responsable, según muchos investigadores, del calentamiento global. El gran problema está en que nuestro desmesurado consumo energético no se detiene. Energía que obtenemos en buena parte gracias a fuentes que generan ingentes cantidades de CO2, algo que es necesario para mantener el buen funcionamiento de la industria, el avance de los países más desarrollados (y aún más de los países en desarrollo) y los transportes. De manera que, volviendo a la comparación con la basura debajo de la alfombra, existen dos soluciones posibles: generar menos basura, u ocultar esa basura de alguna forma. En Estados Unidos ya se ha presentado un plan para lo segundo, para esconder la basura debajo de la alfombra.
La idea: en vez de reducir las emisiones de CO2 en la generación de energía, abogar por capturar ese CO2 y esconderlo debajo del océano.
La idea que persigue el último plan del Departamento de la Energía de los Estados Unidos, que comenzará con un estudio financiado con 12 millones de dólares (cerca de 11 millones de euros según el cambio actual), pasaría por almacenar dióxido de carbono bajo el océano Atlántico. Los investigadores estudian qué técnicas se podrían emplear para controlar las emisiones de los gases responsables del calentamiento global sin forzar la reducción de los combustibles fósiles en el modelo energético mundial (más información el Climate Central).
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Los gases contaminantes se capturarán directamente en los lugares que generan mayor cantidad de CO2, por ejemplo en centrales térmicas de carbón, para comprimirlo y almacenarlo en formaciones rocosas bajo el subsuelo oceánico.
Y la idea en la que estarían trabajando se basaría en