No hay nada peor que encontrarse con un problema en el embrague de nuestro coche. Un problema que incluso en garantía puede suponernos una costosa reparación, en tanto no siempre la marca se hará cargo de la avería. Un aciago día te encuentras con que las marchas no entran correctamente, quizás de forma brusca; con un resbalamiento inusual al engranar las marchas, que puede diagnosticarse al comprobar que momentáneamente el coche se revoluciona excesivamente sin ganar velocidad; que un olor, similar al de un animal muerto, penetra en el habitáculo; o incluso con que tu coche ha dicho basta, no engrana marchas y no puede moverse de su sitio. Son problemas que pueden (aunque no necesariamente) evidenciar una avería del embrague de tu coche. Problemas que por desgracia son muy comunes, aunque fácilmente evitables si seguimos unos buenos hábitos al volante.
Una avería del embrague, además de costosa, a menudo es difícil de cubrir mediante la garantía de nuestro coche. Aunque los problemas de fábrica existen, es muy común que las garantías no cubran la avería por ser un elemento sujeto a desgaste.
Una avería en el embrague suele ser un motivo de conflicto muy habitual entre clientes y marcas. Los embragues, por la fricción y el estrés que sufren durante la conducción, son elementos sujetos a desgaste y, por lo tanto, muy delicados a la hora de recurrir a la cobertura de nuestra garantía. No vamos a entrar en una descripción técnica del embrague de un cambio manual, para no enredar más, basta con la comprensión de que es un conjunto de piezas que intermedia entre el motor y las ruedas, para transmitir el movimiento sobre estas últimas.
Los embragues, como cualquier otro componente de nuestro coche, pueden desfallecer prematuramente debido a un problema de construcción, un fallo de fábrica. Pero como