Que la mayor parte de coches actuales emplean propulsores sobrealimentados no es ninguna novedad. Aunque la mayor parte de ellos emplean turbocompresores, otros motores están sobrealimentados por compresor. La pregunta es, ¿conoces las diferencias entre uno y otro sistema de sobrealimentación? ¿Cuáles son sus ventajas e inconvenientes? ¿En qué aplicaciones “encajan” mejor? En este artículos vamos a explicaros su funcionamiento, así como sus ventajas e inconvenientes, de forma clara y sencilla. Así que quedaos con nosotros.
Sin entrar en demasiados detalles, lo que un sistema de sobrealimentación consigue es forzar una mayor cantidad de aire – en comparación a la aspiración natural o atmosférica – al interior del motor de nuestro coche. Tanto el compresor como el turbo tienen el mismo concepto base: al introducir más aire al motor, podemos quemar más gasolina y el motor genera más potencia. Sin embargo, aunque su principio de funcionamiento sea similar, cada sistema tiene peculiaridades claras. Nos vamos a centrar en turbos y compresores.
Sobrealimentación por compresor mecánico
Un compresor adecuado puede aumentar la potencia y el par de un motor hasta en un 50%.
El compresor recibe aire del exterior y lo fuerza a mayor presión al interior del motor mediante un sistema de rotores. La principal diferencia con los turbos es que los compresores están conectados mediante una polea al ciguëñal del motor, por lo que a mayor régimen de giro, mayor entrega de potencia. Los compresores se llevan utilizando en automoción desde hace casi un siglo, aunque se inventaron con la aviación en mente y se usaron de forma efectiva en cazas de combate anteriores a la era de los motores jet.
Hay varios tipos de compresores mecánicos con diferencias sustanciales, pero el esquema básico de funcionamiento es parecido. Con todo, las ventajas y desventajas son similares.
Ventajas
Genera más potencia desde el ralentí. A mayor régimen