«¿Sabes qué? Retiro lo dicho. Ya me gustan los MINI», respondió una amiga que jamás ha sido de pelis de vampiros ni canciones cursis —mucho menos de coches bonitos— mientras veía cómo cambiaba de color el aro del salpicadero. El MINI John Cooper Works parece un coche de juguete, y el espectáculo de luces del habitáculo es digno de un show de Disney, pero… hombre, uno no se compra estos coches para eso. No siempre. Finalmente le dije que no fuera superficial, que lo encantador del MINI John Cooper Works lo lleva dentro. ¿Nadie mirando? ¿Una carretera vacía? Pie derecho a fondo. ¿Qué hace tan emocionante al coche más deportivo de MINI? ¿En verdad es el amo y señor del go-kart feeling o sólo es un deportivo hatchback más, pero con muchas luces que cambian de color? Lo hemos conducido durante una semana para comprobarlo. Anda, acércate más… Míralo con detenimiento. Puesto frente a un MINI Cooper S, el John Cooper Works no es muy diferente, pero hay suficientes elementos como para entender que no se trata de cualquier MINI. Su gracia está en los detalles, como un nuevo juego de llantas, emblemas John Cooper Works por aquí y por allá, un difusor específico para esta versión y un parachoques que incluye nuevas tomas de aire —algunas simuladas, otras reales— para enfriar el motor de 2.0 litros TwinPower Turbo que lleva bajo el capó. Pulsamos el estético botón de Start Engine y el corazón del John Cooper Works cobra vida. Este tetracilíndrico es el culpable de que el coche suene mejor que más de la mitad de tu colección de música —más que 83%, en mi caso. Que sí, lo puedes pedir con altavoces Harman Kardon para creer que tu artista te está

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El podcast

Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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