A diferencia de otros fabricantes de la competencia, bajo nuestro criterio, Peugeot está tomando un camino más acertado. La firma francesa está apostando por ofrecer mayor calidad en su gama de productos, ofreciendo, eso sí, un precio equilibrado y ajustado a lo que presentan sus modelos. El Peugeot, que es el protagonista de esta prueba, es uno de los mejores de su categoría, siendo un coche muy competente en todos sus apartados y sin lagunas reseñables.
En esta ocasión, probamos una de las versiones más potentes de gasolina, concretamente el 1.2 PureTech de 130 CV. Esta variante, pese a que no somos muy amigos de los motores de tres cilindros, resulta muy satisfactoria en cuanto prestaciones, consumo y agrado de conducción.
Un interior con muchas novedades
Ya entrando en un análisis más profundo, y viendo que la estética ha cambiado de manera radical respecto a su predecesor, encontramos un interior con unas cuantas novedades. Antes de contártelas, debemos decirte que las sensaciones son buenas desde el primer momento; la apertura de puertas es muy suave y transmiten calidad, y los asientos delanteros son confortables, además de sujetar adecuadamente el cuerpo. Una vez ajusto el asiento y me acomodo en el puesto del conductor, me encuentro con la primera sorpresa, y es que, el volante es más pequeño de lo habitual, algo que a mí me encanta. Al tener un tamaño tan compacto, Peugeot ha tenido que sobre elevar la instrumentación, por lo que, dependiendo de la altura de cada uno y de la posición del volante, la parte superior del volante puede llegar a ocultar parcialmente la instrumentación, algo que no me parece excesivamente preocupante. Además de todo esto, el cuadro de instrumentos tiene una peculiaridad, y es que la aguja del cuentavueltas se mueve a la inversa. A nosotros no es algo