Vivimos en un mundo con cada vez más restricciones para el automovilista. Peajes en las grandes ciudades, carreteras que destrozan nuestros coches, radares omnipresentes (incluso en el cielo). Por si esto fuera poco, la opinión pública no ve con buenos ojos el disfrute al volante: lo confunden con la conducción temeraria, nos llaman irresponsables. Por si esto fuera poco, nuestros delirios de potencia y altísimas prestaciones han tenido una víctima colateral. Entre todos, hemos enterrado la diversión al volante.
¿Tiempos pasados fueron mejores?
¿Es que alguien puede exprimir al máximo la potencia y puesta a punto de un deportivo actual en las carreteras?
Pensad fríamente en un deportivo actual. Se me viene a la cabeza uno de los nuevos BMW M3/M4, quizá por la prueba que mi compañero Mario acaba de publicar. El BMW M3 (caja E30) nacía a finales de los años 80 con menos de 200 CV bajo su capó, ligero, simple y divertido. El actual BMW M3 es un gigantesco ordenador con ruedas. Sí, tiene más del doble de potencia que el E30, sus prestaciones quitan el hipo y es tremendamente eficaz, a la par que versátil. Se me había olvidado comentar un pequeño detalle: cuesta más de 85.000 euros.
Nadie con un sueldo medio se lo puede permitir, desgraciadamente. Y si te lo puedes permitir, sólo podrás sacarle todo su jugo en un circuito, previo pago de la cuota del track-day de turno y haciendo frente a facturas considerables, fruto del desgaste mecánico acelerado sufrido en circuito. Si exprimes su potencial en carretera, posiblemente termines en la cárcel en apenas unas horas, y con motivo. Te hago otra pregunta, ¿realmente estás controlando el coche o es la electrónica del coche la que te controla a tí?
La electrónica del coche nos hace creer que controlamos al coche perfectamente. Nosotros somos