Jaque al diésel. Parece mentira, y no lo es, que no haya sido una comunidad como la europea la que haya puesto el grito en el cielo para controlar las emisiones de los diésel. Al contrario, se han relajado los límites de homologación. Ha sido India quien ha promovido ahora una iniciativa que pretende prohibir la venta de vehículos diésel en la ciudad de Delhi. Cuidado, porque hay consideraciones a tener en cuenta y, por otro lado, parece más una medida para hacerse publicidad.
La Corte Suprema de la India ha dictado que desde ahora y hasta el 31 de marzo no se podrán vender vehículos diésel de más de 2.0 litros de cilindrada. La medida se toma tras la recogida de datos de contaminación que mostraban unos niveles que superaban 40 veces los límites recomendados de la OMS. En India se estiman unas 600.000 muertes prematuras cada año debido a este factor.
El mercado indio está fuertemente ligado al diésel, de una forma menor que el europeo, pero con una clara ventaja para un combustible que, del mismo modo que ocurre aquí, se puede adquirir a un precio menor. Por tanto, la medida va a tener un impacto, pero nos hace pensar que el impacto va a ser más sobre los fabricantes y los concesionarios que sobre el medioambiente.
La razón es clara, no restringe la circulación de vehículos diésel, salvo camiones de más de 10 años. Por tanto, esos coches van a seguir circulando, en muchas ocasiones vehículos diésel muy antiguos sin los sistemas anticontaminación actuales. Quiero decir, mientras en otros países se incentiva la compra de coches más nuevos y limpios, incluidos los diésel, en India se prohíbe la actualización del parque automovilístico.
Resulta curioso que se prohíba la venta de coches diésel de más de 2.0 litros de cilindrada, algo