Hasta los años 90 del pasado siglo, se asociaba Volvo a aquellos enormes familiares, aerodinámicos como ladrillos y muy seguros. Coches fiables y duros, pero sin aspiraciones dinámicas de ningún tipo. Todos parecían haber olvidado los fantásticos P1800 de los años 60. Volvo acometió a principios de los 90 el mayor proyecto industrial de su historia, que acabaría materializándose en la familia Volvo 850. De esta desarrollo nació el fantástico Volvo 850 T-5R, el coche que cambiaría la imagen de Volvo para siempre.
Hasta los años 90 la imagen de Volvo estaba asociada a familiares seguros y fiables, pero lentos y poco dinámicos.
Los Volvo 850 estrenaron una nueva plataforma de tracción delantera, que sería la primera para sus sedanes y familiares tradicionales. Aunque la serie 400 empleó una disposición similar, no estuvo disponible en todos los mercados y no fueron coches de tanto volumen. Los 850 venían también acompañados de una nueva generación de propulsores de cinco cilindros en línea. Esta disposición acompaña Volvo hasta la actualidad, aunque ya están siendo sustituidos por la familia modular Drive-E de cuatro cilindros.
Estos propulsores de 20 válvulas y 2,5 litros desarrollaban hasta 170 CV en sus versiones atmosféricas B5252FS. La gama recibió también un diésel de cinco cilindros de origen Volkswagen-Audi y una versión gasolina de menor potencia y dos válvulas por cilindro. Con la seguridad por bandera, los Volvo 850 recibieron de serie el aclamado sistema WHIPS de protección a impactos laterales, mediante una sección reforzada del chasis y airbags laterales. Se ha demostrado que fueron coches fiables y muy robustos con el paso de los años.
A pesar de su aspecto cuadriculado, los 850 tenían un buen coeficiente aerodinámico.
Sin embargo, Volvo estaba anclada en esa imagen del pasado. Los Volvo 850 tenían un aspecto cuadriculado, pero no mucho más que