Más de uno de cada cuatro coches comprados en España es, o parece, un todoterreno. Las cifras son aplastantes, y la realidad de los SUV algo más que una moda pasajera. Tanto es así que el hecho de que una marca como SEAT presente su primer SUV propiamente dicho es todo un acontecimiento, e incluso hemos llegado a afear que los de Martorell se unieran tan tarde a una fiesta que podría haber proporcionado buenos réditos a esta marca. Tampoco es casualidad que hayamos empezado hablando de SEAT, y que lo vayamos a hacer recurrentemente en este artículo, por el peso que la marca ha tenido históricamente en el mercado español. Y es que precisamente queríamos hablar de eso, de aquellos maravillosos años en los que un coche no tenía que parecer un todoterreno, sino serlo, de verdad.
Antaño, cualquier turismo tenía que cumplir con unas aptitudes camperas mínimas. Hoy en día solo necesita parecer un todoterreno.
Hoy en día nos sorprende incluso que se presente un SUV, o un crossover, y lo haga con anuncios en los que el vehículo aparece por una pista forestal. Las aptitudes camperas ya no interesan, o interesan a un porcentaje mínimo de los clientes que optan por un automóvil de estas características. Vende mucho más mostrarnos a familias felices de vacaciones (véase anuncio de Mitsubishi Outlander), navegadores y equipos de entretenimiento (véase anuncio de Kuga), tecnología en general (véase anuncio de Nissan), o estilo (véase anuncio de SsangYong Tivoli), aunque aún queda algún irreverente (ver anuncio del Range Rover Evoque).
Hemos de asumir que la gran mayoría de los clientes que opta por un todocamino jamás pisará una pista forestal, jamás necesitará sortear obstáculos fuera del asfalto y el máximo reto al que se enfrentará la altura libre de su carrocería, y la holgura de las