A menudo lamentamos, e incluso denunciamos, que las autoridades centren toda su atención en la persecución de infracciones, como los excesos de velocidad, en ocasiones en tramos que no revisten mayor peligro, y no en formar a los conductores, mejorar las infraestructuras, y crear verdadera conciencia de la seguridad vial. A menudo también lamentamos que la industria no ponga mayor hincapié en los avances en materia de seguridad vial, aunque es cierto que en los últimos años se han dado saltos verdaderamente cualitativos para proteger a los pasajeros. Pero este discurso es vano cuando un conductor, o un pasajero, decide viajar sin cinturón de seguridad. ¿Por qué seguimos jugando a la ruleta rusa?
Tanto en el accidente de Figueres de este fin de semana, como el del autobus en el que perecieron trece estudiantes Erasmus, el uso del cinturón de seguridad podría haber jugado un papel fundamental para evitar el fallecimiento de los pasajeros.
Este fin de semana nos estremecíamos con la noticia de un accidente de tráfico, cerca de Figueres, en el que fallecieron siete personas, de las cuales seis no estaban utilizando el cinturón de seguridad. Las imágenes, que probablemente todos hayáis visto en televisión este fin de semana, eran suficientemente terribles como para considerar que quizás el cinturón no hubiera servido de nada, al menos para los pasajeros del Volkswagen Golf. Pero incluso a tenor de la brutalidad del impacto, en el que dicen influyó dramáticamente un exceso de velocidad, es probable que algunas vidas hubieran podido salvarse gracias a los sistemas de retención, que probablemente sean los que más vidas salvan cada día en nuestras carreteras.
Y me pregunto, ¿qué razón puede llevar a alguien a afrontar un viaje, ya sea conduciendo, o como pasajero, sin cinturón de seguridad?
La labor de concienciación del uso del cinturón, especialmente en los