A muchos puede resultarles un tanto extraño que Porsche apueste por un motor bóxer de cuatro cilindros. Pero no lo es. Desde su nacimiento, en un aserradero de Gmünd, Porsche comenzó a trabajar con deportivos de cuatro cilindros. Incluso en pleno auge de la marca, mientras crecía su reputación y acumulaban éxitos automovilísticos en sus vitrinas, el motor de cuatro cilindros siguió siendo sumamente importante para la marca. Hablamos de deportivos como el Porsche 550 Spyder, pero también de su flamante sucesor, el mismo que hoy da nombre a los nuevos Porsche 718 Boxster y Porsche 718 Cayman, el Porsche 718 de 1957.
El Porsche 718 nació como una evolución del Porsche 550 de carreras, que triunfó en el europeo de montaña, en la Targa Florio, y que contó con versiones abiertas, coupés, e incluso monoplazas de Fórmula 1 y Fórmula 2.
Si lo miras con detenimiento es posible que en él veas un Porsche 550 Spyder. Sin ir más lejos, el Porsche 718 fue diseñado a partir del famoso 550, con la salvedad de que en sus entrañas escondía un trabajo de ingeniería increíble, principalmente en carrocería y suspensiones. Un trabajo que llevaría a los ingenieros de Porsche a crear un deportivo cuyas cifras hoy en día nos dejarían sin palabras.
En su debut, el Porsche 718 RSK se presentó con arquitectura de motor central, un bóxer de cuatro cilindros y 142 CV de potencia. Ese mismo deportivo, vencería en la Targa Florio de 1959, y seguiría mejorando hasta encontrarnos con versiones como el Porsche 718 RS 60, que con una relación entre peso y potencia excelente, de 530 kilogramos para 160 CV, también vencería en la Targa Florio de 1960.
Ver la galería completa en Diariomotor
Por el camino, Porsche siguió desarrollando versiones cada vez más impresionantes, con un trabajo aerodinámico