Los SUV triunfan. Hoy en día es imposible negar la evidencia, que el éxito de coches de tipo todocamino, SUV, crossover, y todo lo que se le parezca, lejos de ser fugaz, propio de una moda pasajera, se mantendrá por muchos años. Sin ir más lejos, todas las previsiones apuntan a que las ventas de este tipo de automóviles seguirán creciendo hasta superar, incluso, las cifras de los segmentos tradicionales que hasta ahora triunfaban en Europa. Pero estaréis conmigo en que ese éxito llevará consigo una consecuencia directa muy clara, la de penalizar a aquellos automóviles que hasta hace unos años ocupaban el lugar actual de los SUV en una decisión de compra. Y en efecto son los monovolúmenes los que más lo están sufriendo. Y el mejor ejemplo lo tenemos en la evolución seguida por dos productos muy concretos, el Renault Scénic y el Peugeot 3008.
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Hubo un tiempo en que el monovolumen se erigió como la alternativa ideal para las familias, e incluso como solución anticrisis. Los monovolúmenes ofrecían espacio, modularidad, y versatilidad, con un presupuesto muy ajustado. Hoy en día son los SUV, y toda suerte de crossover, los que han conseguido capitalizar ese espacio que hasta ahora ocupaban los monovolúmenes.
Los SUV han conquistado a los compradores, son cada vez más prácticos, cómodos, y los problemas inherentes en su tamaño y sus proporciones se han ido mitigando, haciendo que las diferencias con cualquier turismo sean cada vez menores. Los monovolúmenes siguen vendiéndose, pero su lugar en los rankings de matriculaciones en España lo han ido ocupando productos como el Nissan Qashqai, o el Renault Captur.
¿Qué alternativa tienen los monovolúmenes en el panorama europeo? Sencillamente, renovarse o morir.
No es un Captur, es el nuevo