Ahora que los vehículos impulsados por energías alternativas a los combustibles fósiles se están popularizando gracias al impulso que están dando las marcas a este tipo de motorizaciones nos llega un problema derivado. Cuando bajamos la dependencia del diésel y la gasolina para movernos y se vende menos zumo de dinosaurio los ingresos en las arcas públicas se contraen.
Como en Illinois (Estados Unidos) son unos conductores responsables con el medio ambiente, están consumientos menos hidrocarburos. Al gastar menos, los organismos públicos ingresan menos vía impuestos y, por lo que parece, no es suficiente para abonar los 2.000.000.000 millones de dólares presupuestados para este verano en reparaciones de calles y carreteras. ¿De dónde los podemos sacar?. Sí, tu subconsciente tiene razón: del bolsillo del ciudadano.
¿Pero ese gasto no está pagado?
Siguiendo el camino marcado por Oregon, el senador estatal John Cullerton ha propuesto la aplicación de un impuesto que en vez de gravar a todos los residentes de manera uniforme tenga una aplicación variable en función del kilometraje que cada ciudadano realice al volante de su vehículo.
La idea plasmada en esta nueva ley es que los residentes en el estado de Illinois pasarían a desembolsar 1,5 céntimos de dólar por milla, lo que vendrían a ser unos 0,8 céntimos de euro por cada kilómetro recorrido. Con lo recaudado podrían hacer frente a los gastos en mantenimiento y reparación de las vías públicas derivados del uso de los automóviles.
Podría no instalarse el dispositivo de seguimiento, pero pagando anualmente una tasa
El seguimiento del kilometraje se haría de forma independiente monitorizando cada vehículo mediante una especie de transponder. No se sabe aún, pero presumiblemente el coste de este dispositivo correría a cargo también de los residentes, aunque sí darían la opción de no instalarlo a quienes vean un problema de privacidad, a cambio de